Si se mira en un globo terráqueo, Ciudad de México apenas distinguirsehier: sich abheben se distingue en la amplia extensión de México. Esa imagen puede llevar a pensar que a esta metrópoli se la puede conocer en unos cuantos días. Nada más alejado de la realidad. Ciudad de México es inabarcable, es un el rompecabezasPuzzle rompecabezas integrado/a porbestehend aus integrado por muchas ciudades.
Está la urbe del el bullicioTrubel; Lärm bullicio, la de los mercados, con su explosión de colores, o la que cuenta su historia a través de los murales. La que ha sido intervenirhier: verändern; gestalten intervenida por artistas o por quienes colocan el memorialGedenkstätte; Denkmal memoriales en el paseo de la Reforma. Está la ciudad que sedujo a escritores como William Burroughs o Carlos Monsiváis y la urbe escenario de matanzas sintetizarzusammenfassen sintetizadas en la palabra Tlatelolco.
Está la metrópoli que atrae a los nómadas digitales. La ciudad donde aún sobreviven la cantinamexikan. Kneipe cantinas y bibliotecas. Y aquella llena de rincones donde es posible encontrar a mariachis, luchadores enmascarados o el devoto / la devotagläubige Person devotos de la Virgen María.
Está la ciudad que preservarbewahren preserva antiguosel sistema agrícolaAgrarsystem sistemas agrícolas. Hay otra de edificios inteligentes, museos, galerías y restaurantes. Está la urbe marcada por las la cicatrizNarbe cicatrices dejadas por los terremotos. Otra en donde se puede bailar en un parque público y conocer el sabor del maíz transformado en tortilla, la quesadillau. a. mit Käse gefüllte Mais- oder Weizentortillaquesadilla, el tlacoyoovale gefüllte Maistortilla tlacoyo o el tamalin Mais- oder Bananenblättern gedämpfte Maispastete mit Soßetamal.
También está la ciudad que seduce con sus barrios de calles empedrado/akopfsteingepflastertempedradas y la que tiene una banda sonora ensamblada con las notas de músicos callejeros, organillos desafinados o las cantaletas de quienes compran muebles viejos: “Se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras o algo de fierro viejo que venda…”.
En esta ciudad de rostros tan diversos, el aburrimiento no tiene espacio para anclarse.
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